El hombre es la medida del tiempo. lo único que realmente pasa es nosotros. Algo pasa porque envejecemos. Y sólo por eso un hecho no es el mismo en el tiempo. No da igual cuando hacemos las cosas.
Lo que no diste en un momento no puede darse en otro. Podés, pero no será igual. Porque eso que iba a pasar y ese momento se pertenecían el uno al otro. Ese el verdadero tiempo: en el que se fluye. Después hay otros tiempos: el mental, el del universo escondido de cada uno.
Es ese el milagro de la razón, lo que nos separa de las bestias. Nuestra mente nos permite salirnos de un solo tiempo, de ese unico tiempo en el que están inmersas todas las criaturas y todas las cosas. Pero dejamos de fluir. E inventamos separaciones y escisiones. Estuideces como que los sentimientos y los pensamientos son dos cosas diferentes, separadas, que no se tocan. Y dejamos de andar bien. Malfuncionamos y nos preguntamos cuando hacer las cosas. Todos ya sabemos cuando hacer las cosas si juntamos nuestra piezas como deberían estar.
No es lo mismo dar amor cuando deberías darlo o más tarde. No es lo mismo enseñar a leer a los 5 o a los 40. Las criaturas que pasaron años y años sin amor y sin educación no pueden recibirlo bien 30 años después. Van a necesitar más ayuda, va a ser más difícil.
Y a los pobres idiotas que nos metieron en la cabeza que tenemos certezas, también nos costará muchos años y vivencias entenderlo. Pensaremos que esas vivencias son mejores, más poéticas, memorias más gloriosas y con más luz. Pero no. La anécdota de tus amores y tus luchas tiene tanta poesía como las de cualquier otro. No hay jerarquía en los hechos en el mundo. No hay algo que merezca más ser contado que otra cosa.
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