Nadha es en sáncrito "Sonido que sale de lo más profundo del ser". En otras palabras, expresión del alma. Este blog y el arte en cualquiera de sus formas para mí son eso, mi nadha personal.







viernes, 13 de septiembre de 2013

Ni idea.

Cambiar es como mudar de piel. El problema es que a diferencia de los anfibios, a nosotros nos duele, porque no se desprende sola. Hay que arrancarla. La vamos arrancando de a pedazos, de a memorias, de a años, a instantes. Cada pedazo duele. Y los restos que siguen en nosotros queman. Es una tortura lenta; aunque sepamos que se va a acabar, es insoportable.
Es gracioso como la gente cree que cuento mucho. No, hablo mucho. De cosas que a los demás no le interesan, pero créanme, a mí me interesan menos.
Hay muchos tipos de silencio. Están los silencios de paz, los silencios de armonía con uno mismo. Están los silencios de a dos, cargados de sentimientos pero tranquilos. Están los silencios de a dos pero llenos de palabras, llenos de gritos, llenos de electricidad. Están los silencios de a muchos, los silencios típicos de las ciudades: silencios de a miles, silencios anónimos y que te hacen sentir solo, rodeados de ruido.
Y el mío, el silencio forzoso. El silencio disfrazado y escondido, tapado por palabras. Palabras sin sentido. Los nenes que crecimos amando el teatro somos así, excéntricos. No nos sentimos cómodos hablando desde nosotros mismos. No sabemos que hacer con nosotros cuando nos bajamos del escenario. Entonces, hacemos como si nunca nos hubiéramos bajado. La calle y la vida entera es nuestro escenario. Adoptamos papeles, analizamos intuitivamente a la gente, tenemos desarrollado el don de la empatía. Por eso podemos ser buenos para entender, para ayudar, para hacer reir, para hacer feliz. Pero al final del día, no sabemos quienes somos y nadie lo sabe. Por eso estamos más cómodos en otra piel.


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