Claro
sí, hay un montón de cositas. Están la literatura
latinoamericana,los cuadros de Manet, los vinilos de los beatles, el
packaging japonés kawaii, los vestiditos floreados, amasar con las
manos, decorar postres, tirarse al sol en el pasto y las polaroid.
Pero entonces levanto la vista de mi mundo interior complejo
altamente desarrollado y te miro y ahí se sucede el problema. Cuando
vuelvo a mirar para adentro mi mundo ya no me parece divertido ni
lindo. Está todo muerto, está todo quieto y bonito, pero bonito
como los objetos embalsamados: grises, momias. Y entonces la paz y lo
quieto ya no me parecen lindos o sí pero son un mundo lejano lleno
de polvo. Todo ya conocido, ya explorado. Necesito la vida real que
es el cambio, necesito el movimiento: la montaña rusa emocional, el
tire y empuje constante de dolor/placer y no hay nada más, solo
movimiento, puro remolino en lugares estéticos pero también en
lugares ruidosos y sucios, eso ya mucho no importa. El paisaje pierde
importancia, lo importante es la electricidad física que no me deja
abrir bien los ojos. El amor y la felicidad son lógicas
completamente diferentes. Porque el amor implica placer, el placer
implica deseo y el deseo es, por definición, dolor. No sé que es el
amor y nadie lo sabe, pero paz no es.
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