Un reloj

 En el fondo no pensé que se moriría. Creía que las pérdidas se habían terminado, que ahora no, que con él no, que habia un cupo de dolores por año y simplemente no iba a sumarse eso. O que iba a tener más tiempo.
No tuve tiempo de nada. Fue rápido y certero. Y me golpeó como una ola negra, como si una piedra enorme se me hubiera caído encima. ¿Vieron cuando algo te golpea en la boca del estómago, y cómo sale hasta el aire de reserva, te quedás sin respiración por unos momentos? Eso fue. No podés gritar, nisiquiera llorás. No es tristeza. Es la nada,el vacío. Y lo único que llena ese vació es un dolor enorme, físico, que te anuda los órganos y no te deja dormir, no te deja comer, no te deja respirar. La depresión real no te deja sentir nada, ni siquiera tristeza. Tampoco te deja pensar. Tu mente no puede procesar algo y lo niega. La depresión es su defensa. No podés seguir un razonamiento. Se corta el circuito lógico que nos lleva de un enunciado al otro cuando estamos pensando. Como si tuvieras poca batería. Como si sólo pudieras alumbrar 1 metro adelante en lugar de 1 km.
No sé cómo explicarlo bien, aún hoy no puedo. Quiero decir, tal vez me leas y creas que lo sentiste. Si antes de vivirlo, si hace 5 años, leyera algo así yo también creería que sentí tanto dolor. Pero no, uno no tiene idea.

Un reloj parece algo re común y para mí tiene un significado enorme. La temporalidad es un concepto claro en mi vida y central en mi trastorno.
La forma más corta y concisa de describirlo la encontré un día mirando una nota de grandes artistas y famosos de Hollywood que les pasaba lo mismo que a mí. Son muchísimos. Creo que fue Megan Fox quien lo dijo. Al tiempo que pasó enferma, antes de ser internada porque no podía más, lo llama "los años perdidos".
La bipolaridad es estar en otra dimensión espacio-temporal. Es vivir en tu cabeza, como una especie de autismo. Autismo que se confunde con genialidad, con inteligencia, con creatividad.
Los años que pasé sin tratamiento ( toda mi vida hasta hace dos años) está perdida. Está arruinada. Está borrosa. Está excesivamente cargada de dolor innecesario, de sufrimiento, de pánico de perder el control.
Al principio, cuando te das cuenta de que es así, te exasperás. Toda tu vida perdida. Años y años. Preocupación innecesaria, sufrimiento al pedo. Después, como todo lo doloroso en la vida, lo aceptás, te hacés a la idea. Y te das cuenta de que lo único que te queda es tratar de no perder un año más, que uno siempre se siente grande y conforme crece y mira hacia atrás se da cuenta que era chico. Qute no perdiste tanto o sí, pero qué te quedan muchas más memorias por hacer, que quedan más hojas blancas que escribir que las que ya manchaste.