
Si pudiera elegir me digo, elegiría ser hueca. Pero el hubiera no existe, siempre lo olvido. O mejor dicho, no puedo olvidar que existe el hubiera. Eterna condena de la consciencia humana.
Por otra parte, pero en la misma parte, el fantasma del dolor. El que yace en la presencia de tu ausencia y la ausencia de tu presencia. Palabras y sentimientos repetidos y descoloridos hasta el cansancio, en todo lugar y en toda mente. El cliché y la humildad obligada, el orgullo sangrante de tanta normalidad.
Y también me pasa que se me rompió la cámara y la extraño. No, te digo.
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